¡Madrid,
ohhhh Madrid! Los 80, la movida, el viejo profesor, a colocarse y al loro. De
pronto, mi crónica sentimental en rojo se convirtió en una crónica sentimental
nueva olera.
Madrid
sonaba a Alaska, a Nacha Pop y a Almodóvar y McNamara. Mi mitología urbana
pasaba por El Pentagrama que cantaba Nacha Pop en su Chica de Ayer, La
Mandrágora, donde aún actuaban Sabina, Krahe y Alberto Pérez, las fiestas en la
Complutense, los pubs de Malasaña, la ruta de los Cafés (el Gijón, el Central,
el Comercial, el Manuela, el Barbieri, el Latino), las Cuevas de Sésamo, los
bocatas de calamares, los cinestudios, los teatros, el Bellas Artes, la
Biblioteca Nacional, la Plaza de Colón, el Parque del Oeste, la Casa del Libro…
No
me perdí una manifestación AntiOtan (para lo que me sirvió) ni un desayuno
dominical con porras, esos churros descomunales que ni sabía que existían hasta
que llegué a la capital, inocente inmigrante de provincias. ¿Dormí alguna noche
de mi primer año de carrera? Que nadie espere que conteste a esa pregunta si no
es en presencia de mi abogado.
Nunca
escribí tanto (sin cobrar por ello), nunca he vuelto a recorrer tantos
kilómetros bajo tierra cual topo sin GPS y nunca dolió tanto el amor. ¡Qué verdadero dolor, y qué apurado sufrir! ¡Qué mentiroso vivir! ¡Qué puro morir de amor!
Pero
tampoco el desdén de Gerardo acabó conmigo, aunque sí estuvieron a punto de
hacerlo los sufridos madrileños que tuvieron que soportarnos todos los jueves
de aquel invierno en el transbordo de Plaza de España a Noviciado cantando a
dúo, sólo un poco mejor que Pimpinela. Nuestros acordes y desacuerdos
terminaron a guitarrazo limpio en la boca del metro:
“--Por
eso vete, olvida mi nombre, mi cara, mi casa y pega la vuelta.
--Jamás
te pude comprender...
--Vete,
olvida mis ojos, mis manos, mis labios, que no te desean
--Estás
mintiendo ya lo sé...
--Vete,
olvida que existo, que me conociste y no te sorprendas."
De
regalo de despedida me quedó un suspenso en Introducción a las Ciencias
Jurídicas, pero eso ya me lo olí cuando el profesor se presentó el primer día
de clase: Manuel Núñez Encabo. ¡A mí me tenía que tocar el gafe!
(La explicación en el video de abajo)
(La explicación en el video de abajo)
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