¿Te gusta hablar de tu vida sexual? ¿Conjeturar el momento en que tus amigos perdieron la virginidad? ¿Quieres gritarle al mundo que tú nunca te has metido un huevo kinder por el culo o suscribirte a la opinión de que Rouco Varela y Paco Clavel son la misma persona? ¿No puedes vivir un día más sin medir tu nivel de locura o sin hacerte el Test de Asturianía y descubrir que “Yes como el Neandertal del Sidrón”? ¿Necesitas que más de 120 millones de personas sepan que estás tocándote las narices, paseando a tu perro o acostándote con la vecina del 5º?
Si has respondido
afirmativamente a todas las cuestiones anteriores o a una parte de ellas, el facebook está hecho para ti.
Quizás por eso yo estoy pensando en darme de baja, porque si bien soy capaz de
pasarme una buena parte del día conectada a Internet porque me resulta útil en
mi trabajo, me aporta información y conocimientos y hasta una forma divertida
de perder el tiempo, la estupidez elemental del facebook me supera.
Hay quien,
gracias a esta web, ha recuperado viejas amistades, antiguos compañeros del
colegio, amores del pasado y hasta contactos laborales, pero a mí no me ha
servido más que para llenarme la bandeja de entrada del correo electrónico de
un montón de invitaciones absurdas que no tengo ni la menor idea de para qué
sirven... Ni la más mínima intención de averiguarlo.
Tengo 17 amigos (porque
me da apuro rechazar las peticiones de amistad cuando me llegan), lo que según
tengo entendido me define como asocial, cuando sé de más de uno que va por los
200 y pico. Vamos, que soy un cardo borriquero. En mi perfil hay una única foto
personal, lo que también me revela como poco exhibicionista y me convierte en
un perro verde en esa dimensión paralela de la falta de pudor donde la gente cuelga imágenes de sus noches de borrachera, del íntimo momento en que se
levanta de la cama o de esas estupendas vacaciones en que lució curva de la
felicidad.
Sin meterme en las obvias falsedades del facebook o los libre-manejos de la información de sus usuarios (la conspiranoia
en torno a esta red social crece como la espuma), me deja patidifusa lo que la
gente es capaz de contar
de sí misma sin ningún reparo y tan alegremente. Que una mujer se entere de
que su marido ha presentado una demanda de divorcio leyéndolo en su perfil ya
ni me admira, una vez que las rupturas vías fax o e-mail están a la orden del
día.
Porque
si quiero saber de mis amigos, dependiendo de la proximidad física y lo
perentorio de la necesidad, quedo a tomar unas sidras, les llamo por teléfono o
les envío un mail o un sms. ¿Qué el facebook es una herramienta más que no
invalida las anteriores? Desde luego. Y a quien le sirva, que lo use. Pero yo
me siento cada día más imbécil leyendo como Achilipú se plantea la duda
metafísica de ¿Por qué los regalices rojos ya no saben igual? o Puturrú
de Moi se hace fan de ¡Nuestra amistad no se va a arruinar porque tengamos
sexo!
Eso sin olvidar esas
encantadoras llamadas a la publicidad: ¿Cómo Mejorar tu Pecho? Luce un
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¿El
facebook tendrá un calibrador de medidas que, a partir de tus fotos, te ofrece
aumentar tus tetas o alargar tu pene? No sé si mosquearme o llamar corriendo a
la clínica ésa para que vayan reservándome hora en el quirófano.