El 21 de diciembre del año 2012 se acaba el mundo. Desconozco la hora exacta, pero ya me enteraré para teneros convenientemente informados.
Leo en Internet que una confluencia de profecías: mayas, de Nostradamus, de Merlín (donde te meten querido amigo), del I Ching, de una tal Madre Shipton e, incluso, de un programa informático, web-bot, con la supuesta alineación del sol con el centro de la galaxia que ocurrirá ese día es la causa de que el 22 de diciembre del 2012 no pueda tocarnos el gordo de la lotería porque nos habremos convertido todos en polvo de estrellas cósmico (que no cómico).
¡Y yo con estos pelos!
El caso es que me quedan casi cuatro años y aún no he plantado ningún árbol ni tengo pinta de hacerlo, así que mucho me temo que me moriré sin realizarme como ser humano. En el apartado de la descendencia, dado que el índice de natalidad en Asturias es tan bajo que no llega ni a un hijo por mujer, yo he cubierto mi cuota y la de dos amigas, no se me puede exigir más. El asunto de los libros también lo tengo superado y por triplicado, así que sólo tengo pendiente lo del arbolito. Que digo yo, si sirviera lo mismo un geranio trepador…
Ya que me noto dispuesta a afrontar la lista de tareas pendientes en esta cuenta atrás hacia el 2012, debería hacerme un lifting y una liposucción, digo, por morir bien estirada. También sería conveniente apuntarme al nuevo programa de La Caja , de Tele 5, (por aquello de mis cinco minutos de fama) con la excusa de que la caída del índice Nikkei me ha trastornado: “En ocasiones veo especuladores. ¿Es grave, doctor?”
Lo de ‘conocer’ (bíblicamente, por supuesto) a Ed Harris me parece cada vez más complicado, porque no me imagino cogiendo un avión transoceánico y plantándome en los EEUU para ir de de estado en estado preguntando por él. Eso sin tener en cuenta que la señora Harris, la actriz Amy Madigan, tiene toda la pinta de dar unos ganchos de izquierda que ni Mike Tyson en sus buenas épocas (mordiscos aparte).
Puedo renunciar también al dudoso honor de ser la madrina en las bodas de Zipi y Zape. No me veo de matrona, con tiros largos y doble vuelta de perlas cultivadas. Esto del cultivar collares se me da tan mal como lo de los árboles y los geranios. Pero con el tema nietos algo tendré que hacer, no me gustaría desintegrarme en el nuevo big-bang sin conocerlos. Aunque por más que los achuche, pobrecitos míos, no veo yo a mis mellizos, con trece años, muy por la labor.
Por más vueltas que le doy, sospecho que no me va a dar tiempo a cumplir todos mis objetivos pendientes. Pero como ni soy astrónoma ni futuróloga, y ni siquiera veo Tercer Milenio, viviré feliz en mi ignorancia e incluso me compraré un décimo para el sorteo de la lotería de Navidad del 2012. Que acabe en 13.
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