"Una vez, en una taciturna media noche,
mientras meditaba débil y fatigado,
sobre un curioso y extraño volumen
de sabiduría antigua,
mientras cabeceaba, soñoliento,
de repente algo sonó,
como el rumor de alguien llamando
suavemente a la puerta de mi habitación.
Es alguien que viene a visitarme –murmuré-
y llama a la puerta de mi habitación.
Sólo eso, nada más. "
Estos días, preparando la entrada que seguramente colgaré mañana sobre como los intereses políticos y el control sobre la información del bando vencedor, la recién estrenada dinastía Tudor, manipularon la figura histórica de Ricardo III hasta convertirlo en ese grotesco personaje que hoy todos conocemos, deformado de cuerpo y mente, me sorprendía lo difícil que resulta cambiar una creencia establecida, a pesar de las pruebas objetivas y las evidencias en su contra.
"Mirando a través de la sombra,
estuve mucho rato maravillado,
extrañado dudando, soñando más sueños que
ningún mortal se habría atrevido a soñar,
pero el silencio se rompió
y la quietud no hizo ninguna señal,
y la única palabra allí hablada fue
la palabra dicha en un susurro ¡Leonor!
Esto dije susurrando, y el eco respondió
en un murmullo la palabra ¡Leonor!
Simplemente esto y nada más."
Hoy, que pensaba sólo recordar a uno de esos grandes autores de la literatura universal en el bicentenario de su nacimiento, Edgar Allan Poe, me he encontrado con una situación muy similar.
"Empujé la ventana hacia afuera,
cuando, con una gran agitación
y movimientos de alas
irrumpió un majestuoso cuervo
de los santos días de antaño.
No hizo ninguna reverencia;
no se paró ni dudó un momento;
pero, con una actitud de Lord o de Lady,
trepó sobre la puerta de mi habitación,
encima de un busto de Blas,
encima de la puerta de mi habitación.
Se posó y nada más."
Todos hemos estudiado o leído que Poe murió a causa de un ataque de delirium tremens provocado por su alcoholismo. Algunos, quizás, habrán descubierto con el tiempo que, en realidad, las verdaderas causas de su muerte no están muy claras y que existen varias teorías al respecto, pero hasta ayer yo no supe que hubo una persona a la que historiadores y biógrafos de Poe responsabilizan de esa imagen de dipsómano, bebedor y drogadicto que invariablemente va unida al escritor.
“Me senté, ocupado en averiguarlo,
pero sin pronunciar una sílaba
frente al ave cuyos fieros ojos, ahora,
quemaban lo más profundo de mi pecho;
esto y más conjeturaba,
sentado con la cabeza reclinada cómodamente.
Tendido en los cojines de terciopelo
que reflejaban la luz de la lámpara.
Pero en cuyo terciopelo violeta,
reflejando la luz de la lámpara,
ella no se sentará ¡ah, nunca más!”
"-Profeta -dije-, ser maligno,
pájaro o demonio, siempre profeta,
por ese cielo que se cierne sobre nosotros,
por ese dios que ambos adoramos,
dile a esta pobre alma cargada
de angustia, si en el lejano Edén
podré abrazar a una joven santificada
a quien los ángeles llaman Leonor,
abrazar a una preciosa y radiante
doncella a quien los ángeles llaman Leonor.
El cuervo dijo: Nunca más."
También da cuenta de cómo Rufus Wilmot Griswold, crítico y editor, enemistado con Poe desde hacía años, se convirtió en su albacea literario, siendo el primero en publicar tras su muerte una biografía del escritor, que acompañaba a la edición de un volumen de sus obras. Biografía en la que se presenta al mundo por primera vez esa supuesta vida disipada de Allan Poe.
"-Que esta palabra sea la señal de nuestra separación,
pájaro o demonio - grité
incorporándome.
¡Vuelve a la tempestad
y la ribera plutoniana de la noche!
No dejes ni una pluma negra como prenda
de la mentira que ha dicho tu alma.
¡Deja intacta mi soledad!
¡Aparta tu busto de mi puerta!
¡Aparta tu pico de mi corazón,
aleja tu forma de mi puerta!
El cuervo dijo: Nunca más."
Como supongo que ya habréis reconocido, los fragmentos de The Raven (El Cuervo) acompañan esta entrada, el más famoso de los poemas de Poe. Además de ser el autor de esos maravillosos relatos que todos hemos leído: El pozo y el péndulo, El corazón delator, el gato negro, etc...) fue poeta, periodista y ensayista, escribió numerosos relatos de humor, satíricos y metafísicos, y avanzó en sus historias lo que sería la ciencia ficción, el terror y las novelas policíacas. Si Conan Doyle inventó a Sherlock Holmes fue porque primero existió Auguste Dupin, el analítico detective que resolvió Los crímenes de la calle Morgue, El misterio de Marie Rogêt y el caso de La carta robada.
“Y el cuervo sin revolotear, todavía posado,
todavía posado,
en el pálido busto de Palas
encima de la puerta de mi habitación,
sus ojos teniendo todo el parecido
del demonio en que está soñando,
y la luz de la lámpara que le cae encima,
proyecta en el suelo su sombra.
Y mi alma, de la sombra que yace flotando
en el suelo no se levantará...
¡Nunca más!”
Boston, 19 de enero de 1809 - Baltimore, 7 de octubre de 1849