He vuelto por culpa del Servicio Público de Empleo, que me ha abducido, que secuestrado se queda corto, para hacer un curso intensivo (de
Habré diseñado estos días media docena de webs completas, con sus diversas páginas, fotos, textos, enlaces internos y externos, etc… y me lo he pasado como nunca. Zipi y Zape no protestan de mis 20 horas de las 24 (y no exagero, llevo dos días seguidos durmiendo tres horas) chutándome lenguaje HTML en vena, porque así ellos se toman su correspondiente dosis de juego de aventuras on line sin que les esté dando la tabarra con que salgan a jugar a la calle o se pongan a leer un libro.
Nunca ha habido tanta calma en mi casa, roto el silencio únicamente por algún exabrupto mío a cuenta de alguna tabla (TABLE align="center" height="auto" VALIGN="TOP"> width="250" height="auto" VALIGN="top"> >/TABLE) que se me resiste, o de las curiosas preguntas que se cruzan mis retoños a gritos desde la habitación en que está conectado cada uno: ¡Zipi! ¿Cómo puedo conseguir la espada de plata del Mensajero Errante? o ¡Zape! ¿Has visitado ya el Mundo de los Dragones Poderosos?
Creo que es agosto y algunos se van a la playa y hasta practican el paracaidismo, pero en esta casa no nos hemos enterado. Aquí adoramos a un módem y le rezamos a un router. El día que la red se nos caiga, nos quedaremos viuda y huérfanos, respectivamente.
PS. No os preocupéis por nuestra salud mental, media hora diaria la dedicamos a jugar al jódete, que, con ese nombre, no podía por menos que gustarle a mis dos cafres.