Con esta copla
de estilo becqueriano escrita por Cilla, daba cuenta el diario ABC de la visita
que Mateo Práxedes Sagasta realizaba a Asturias.
“Pese a los
buenos deseos de los ovetenses y de alguna que otra rogativa, de escaso éxito,
la llegada de Práxedes Mateo Sagasta a Oviedo tuvo lugar bajo un cielo
encapotado de grises nubarrones, en un domingo frío y desapacible de septiembre
que anunciaba la proximidad del otoño. Esto no impidió que, desde las diez de
la mañana, la banda municipal recorriera las calles más céntricas a ritmo de
pasodoble, antes de reunirse en la estación del Norte con las que llegaban de
Avilés y Trubia para sumarse a los fastos con que se iba a recibir al
expresidente del Consejo de Ministros. El bullicio era tal que los encendidos
vivas a Sagasta de la concurrencia, al partido liberal asturiano y a la propia
libertad apagaban con su vocerío los himnos populares que interpretaban los
músicos.
Una
muchedumbre abarrotaba los andenes y alrededores de la estación, por la que
pasaron los convoyes que llevaban a Pola de Lena a las comisiones de
recibimiento que se encontrarían allí con el ilustre visitante, encabezadas por
el marqués de Teverga y el diputado a Cortes por Luarca, Félix Suárez Inclán.
La fonda del Casino se encargó, gracias a un espléndido almuerzo, de aligerarles
la tarea a los expedicionarios más preeminentes, que ocupaban tres
departamentos de un coche de primera clase.
Las
autoridades se escudarían luego en la imposibilidad de maniobrar los trenes con
rapidez a causa de la multitud que ocupaba tanto las vías como las dependencias
de la estación para justificar el retraso de casi una hora con que llegaría el
tren correo procedente de Madrid.
La prensa
local dedicó al evento sus mejores esfuerzos. El Correo de Asturias ocupó dos páginas completas con el relato del
trayecto desde Pola de Lena hasta Oviedo, detallando cada corona de flores,
alabanza y lanzamiento de cohetes con que los vecinos de Ujo, Mieres, Ablaña y Las
Segadas obsequiaron a Sagasta al paso de la comitiva. Y tampoco faltó la
obligada enumeración de las personalidades que en un momento u otro del día
participaron del acontecimiento.
La muchedumbre pareció
volverse loca de júbilo y, con un entusiasmo incontenible, varios
correlegionarios sacaron a Sagasta a hombros del tren, antes siquiera de
haberse detenido por completo. Los ecos del himno de Riego, junto con los inevitables
cohetes y el griterío ensordecedor, acompañaron el cortejo hasta que el jefe
del partido liberal fue depositado, sano y salvo, en el landó del marqués de la
Vega de Anzo, en cuyo palacio de la plazuela de Porlier iba a hospedarse”.
publicado por
Velda Rae